arder en el vientre de una madre
“Una madre llama a su hija. La hija está casi tan triste que no puede coger el teléfono, pero lo hace,
para su sorpresa.
El tono de la madre siempre carece de dulzura. Su voz es áspera. La de la hija está rota y en busca de
amor, amor que no recibe por parte de su madre.
MADRE
Hace meses que no llamas. Si no te llama tu madre ni te acuerdas de ella.
HIJA
Hola, mamá.
MADRE
Y, ¿qué has estado haciendo estos meses que no llamabas? Cuéntame algo.
HIJA
Vivir, no sé.
MADRE
Vale. ¿Cómo estás?
La conversación se pone aburrida.
HIJA
(su voz se rompe)
Bien.
MADRE
¿Estás llorando?
HIJA
(flojo)
No.
MADRE
(chasquea la lengua)
No llores.
A la hija le molesta la respuesta. Sorbe su nariz.
HIJA
¿Por qué? ¿Y si quiero? ¿Por qué no puedo llorar?
MADRE
Hija, pero, ¿qué te he dicho para que te pongas así? Pues nada, llora.
HIJA
No – no me digas lo que tengo que hacer ahora.
MADRE
(suspira)
Vale, vale. Haz lo que quieras.
HIJA
Para.
MADRE
¿Que pare de qué?
HIJA
Nada, te cuelgo.
MADRE
¿Pero qué pasa? ¿Quieres contarme qué te pasa?
La hija quiere llorar. No llora.
HIJA
No sé, que me odio.
MADRE
No digas tonterías.
HIJA
No son tonterías, mamá.
La madre titubea, ya un poco saturada, intentando buscar una respuesta.
MADRE
Pero, a ver, qué te pasa. Dilo.
HIJA
Que nada te digo. Que odio como soy.
MADRE
¿Y por qué piensas en eso ahora?
HIJA
Porque me cuesta hacer amigos.
La madre se ríe. La hija aprieta el teléfono en sus manos y arruga la cara.
HIJA
¿De qué te ríes?
MADRE
No sé, que me hace gracia.
HIJA
¿Te hace gracia que me odie?
MADRE
(a la defensiva)
No, hija, no. ¿Cómo me va a hacer gracia que te odies? Ninguna. Que soy tu madre. Qué te crees.
Pero qué, por qué – ¿qué ha pasado?
HIJA
Nada, eso. Que me cuesta hacer amigos. Conectar con la gente.
MADRE
Y por qué.
HIJA
Pues por como soy, mamá.
MADRE
Y cómo eres.
HIJA
Pues como tú.
Hay un silencio. Habla la madre.
MADRE
Pues no seas como yo.
La hija pone los ojos en blanco. Odia a su madre y odia hablar con ella.
HIJA
(irónica)
Gracias, mamá. Ya está, problema solucionado.
MADRE
A ver, hija, qué quieres que te diga, ¿qué quieres que le haga yo?
(pausa, titubea)
No seas —
La hija le interrumpe. Está al borde de las lágrimas.
HIJA
No, no me des consejos. No te los estoy pidiendo.
MADRE
Bueno, vale.
HIJA
No me des consejos porque nunca me has dado uno bueno.
MADRE
Vale, hija.
HIJA
Y no me has dado ninguno bueno porque no has sido una buena madre.
MADRE
(voz acuosa, enfadada)
¿Ah, no? ¿Y todo lo que he hecho por vosotras? Lo que he trabajado por sacaros adelante, ¿eso no es
ser buena madre?
HIJA
No. Una buena madre es lo que seré yo cuando tenga hijos.
MADRE
(retadora)
A ver si es verdad.
HIJA
Pues sí.
Hay una pausa.
MADRE
¿Y por qué no he sido una buena madre? A ver.
HIJA
Por muchas cosas. Empezando por que no tuviste la oportunidad de serlo. Tú tampoco tuviste una
buena madre.
Hay otra pausa. Se pueden escuchar suspiros.
HIJA
No has sido buena madre porque me odio.
(pausa, llora)
Hace tiempo que quería decírtelo pero odio tanto hablar contigo que nunca pude hacerlo. Pero te lo
digo ahora para que lo sepas. Y si nunca te lo dije es porque sabía que no volverías a llamar y
supongo que eso tampoco quiero. Pero no sé. Eso ya lo eliges tú. Ahora ya lo sabes todo. Te cuelgo,
mamá. Adiós.
La hija cuelga. Llora desconsoladamente.”
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